“El currículo dominicano está bien diseñado, pero mal aplicado”



Santo Domingo, RD La escuela tradicional, en la que el profesor lo sabía todo y los alumnos fungían como espectadores, se ha vuelto arcaica. La escuela, hoy, debe aplicar metodologías activas que mantengan la atención del alumno y promuevan el desarrollo de las habilidades y destrezas que este necesita para afrontar los retos del siglo XXI.

Así lo asegura el educador español Javier Torres González, experto en dirección y gestión de centros educativos, para quien “no podemos seguir educando como hace 40 años para problemas de hace 40 años”.

El maestro debe migrar a un sistema de enseñanza “experiencial y significativo”, en el que los aprendizajes se vinculen a la vida real. Solo de ese modo el alumno entenderá que lo que ve en el aula tiene alguna utilidad.

“Un alumno de 14 años con acceso a la información y al mundo entero es más pragmático, necesita entender que lo que está haciendo le va a servir”, afirma Torres, coach educativo de Progrentis, plataforma que promueve el desarrollo de competencias y habilidades educativas.

Hasta la universidad “está en crisis”, agrega, y en algunos países las academias de altos estudios han tenido que replantear su rol. Los chicos no quieren ir a la universidad porque pagan “una cantidad de dinero exorbitante” y al final de cuentas “eso ya no les asegura nada”.

Mientras la escuela se queda en el saber (memorización) y en el saber ser (valores), el mundo exige, aparte de eso, el saber hacer (habilidades), insiste este especialista en integración de la tecnología a las metodologías activas y a la mejora de los procesos de aprendizaje.

Pensamiento crítico, resolución de problemas, aptitudes comunicativas y trabajo en equipo destacan entre las destrezas apreciadas en el mundo de hoy. 

Estos conceptos se encuentran en el currículo dominicano, que, asevera, “está bastante bien diseñado, pero mal aplicado”.

Muchos centros no cuentan con las herramientas para hacer realidad ese aprendizaje “experiencial y significativo” del que habla.

“El verbo memorizar creo que aparece una vez o ninguna (en el currículo), pero si lo único que hacemos es poner a los alumnos a memorizar contenidos no vamos a conseguir que tengan esas habilidades”, prosigue.

Lejos de culpar a los maestros, Torres, que ha sido profesor de lengua española y matemáticas, dice que los profesores “son gente que están haciéndolo muy bien”.

“Tenemos profesores que son muy buenos en matemáticas, en lenguas, en ciencias, pero nos faltan profesores que sean buenos enseñando, llegando al alumno”, asegura y añade: “No necesitamos grandes eruditos; necesitamos profesores (con vocación), que entiendan que la profesión está cambiando”.

Por eso, y en aras de mejorar la experiencia del estudiante, “hace falta mucho trabajo de entrenamiento de profesores y mucho acompañamiento”.

No solo el profesor tiene que cambiar. La transformación debe abarcar la infraestructura y gestión de la escuela y los procesos de calidad educativa.

“A nivel de Gobierno hay que generar un pacto por la educación, ver hacia dónde quiere ir República Dominicana en los próximos años y a partir de ahí plantearse unos objetivos educativos o cómo será el alumno que saldrá de las escuelas en el 2030”, manifiesta Torres.

 

LA ESCUELA POSPANDEMIA

La estabilidad emocional de los alumnos no es menos importante, y Torres llama la atención sobre lo ocurrido en ese plano como consecuencia de la pandemia.

Los educadores han encontrado otra “gran dificultad” al regresar a las aulas tras el cierre por la crisis sanitaria: alumnos que llevan tiempo sin tener amigos, que ya no entienden a sus compañeros, más casos de acoso y de depresión...

“El alumno pospandemia trae unas características y el profesor pospandemia viene soñando con lo que hicieron antes de la pandemia”, apunta.

Los educadores tienen delante un enorme reto en varios sentidos y el especialista de Progrentis lo ve como un momento “apasionante”.

“Tenemos las herramientas, la comunicación, el acercamiento, los profesores se han formado de una forma muy importante en estos meses de pandemia en nuevas tecnologías, organización del tiempo, gestión de procesos, pero no podemos pensar en volver a la escuela del año 2019, antes de que empezara la pandemia”, opina Torres, que cataloga la educación presencial como “fundamental”.




Fuente Listindiario.com

“Estoy completamente convencido de que el homeschooling tiene virtudes, pero creo que lo que un alumno aprende el formato de habilidades con sus iguales no los va a sustituir absolutamente nada”, juzga el educador español.

La tecnología puede ayudar a mejorar el aprendizaje, pero siempre y cuando se emplee de forma adecuada.

Cita la tendencia de las clases invertidas, un modelo en el cual el maestro envía el contenido el día anterior en video u otro formato virtual para que cuando los alumnos lleguen al aula puedan aprovechar el tiempo resolviendo dudas sobre el tema tratado.

“Si yo dedico el tiempo de la clase a explicarla, cuando lleguen las dudas será cuando los alumnos estén en la casa haciendo las tareas. ¿Quién les va a explicar? No todos los padres tienen la misma formación, por lo tanto, los alumnos tienen diferentes niveles de oportunidad”.

 

LUCHA POR MANTENER LA ATENCIÓN

Mejorar la atención y, por tanto, la comprensión de los alumnos constituye otro desafío para los maestros de la actualidad, reconoce el coach pedagógico de Progrentis.

No se trata de un problema exclusivo de República Dominicana.

“En Europa se habla de que la atención será la inteligencia del siglo XXI. Una persona que es capaz de concentrarse en una tarea será, como quien dice, un superdotado”, comenta.

Si bien es cierto que, como consecuencia del uso de dispositivos tecnológicos, los estudiantes viven hiperestimulados, el español señala que sí se puede entrenar la atención con técnicas como el mindfulness y otras formas de meditación.

Aquí resalta una vez más las ventajas de las metodologías activas de enseñanza. Que el alumno se constituya en protagonista del proceso de construcción del aprendizaje y deje de ser un simple espectador ayuda mucho a mantener la concentración y la atención.

Las metodologías activas, por otro lado, contribuyen a que el alumno se sienta importante y entienda que posee talento.

Y al demostrar su talento aumenta su autoconcepto.

“Cuando un alumno lleva 15 años en nuestras escuelas y cuando sale no sabe ni qué va a estudiar ni para qué es bueno, estamos arrojando a la sociedad gente con la autoestima y la educación emocional muy baja”, concluye Torres.

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Javier Torres González

Experto en dirección y gestión de centros educativos.

Especialista en integración de la tecnología a las metodologías activas y a la mejora de los procesos de aprendizaje.

Ha sido profesor de matemática y lengua española, así como director de colegio.

Coach pedagógico de Progrentis para Iberoamérica.

Progrentis se centra en factores como las habilidades de pensamiento, las destrezas digitales y la atención.

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